La endodoncia es un método de tratamiento que se aplica en los casos en que el tejido pulpar (nervios y vasos) del interior del diente está infectado o dañado. Este tratamiento se realiza para salvar el diente y evitar la propagación de la infección. En el tratamiento del conducto radicular, se extraen los tejidos infectados o muertos del interior del diente y, a continuación, se rellena la cavidad con un material de obturación especial para proteger el diente. Este procedimiento suele preferirse en casos de dolor de muelas intenso, inflamación o sensibilidad al frío y al calor. La endodoncia es un método eficaz para salvar el diente en lugar de extraerlo.
La endodoncia puede fracasar por varias razones. Una de las razones más comunes es que la infección no se haya eliminado completamente durante el tratamiento. Otra razón es que el diente no esté suficientemente bien empastado o que los empastes se deterioren con el tiempo. Además, no limpiar completamente las zonas finas y estrechas de los conductos radiculares del diente también puede hacer fracasar el tratamiento. Los errores técnicos que puedan producirse durante el tratamiento, como no empastar el diente correctamente o no detectar el conducto por completo, pueden hacer fracasar el tratamiento. Además, las estructuras radiculares complejas de algunos dientes o los problemas en tratamientos anteriores también pueden afectar al éxito.
Un tratamiento de conductos sin éxito suele manifestarse con ciertos síntomas.
Un tratamiento de conductos fallido puede aumentar el dolor de muelas y provocar más molestias a largo plazo. Por lo general, el dolor posterior al tratamiento debería ser temporal, pero con un tratamiento de conducto fallido, el dolor puede volverse constante y empeorar. La persistencia de la infección en el interior del diente o el desarrollo de una nueva infección pueden hacer que el dolor persista. Además, la acumulación de presión en el interior del diente como resultado de un ajuste incompleto de los empastes o de las obturaciones del conducto radicular también puede desencadenar dolor. La propagación de la infección en las encías también puede dañar los tejidos circundantes y aumentar la intensidad del dolor. Estas situaciones son una señal importante de que el tratamiento del conducto radicular ha fracasado y es necesario intervenir.
El tratamiento de conductos es un método de tratamiento que consiste en limpiar el tejido infectado del interior del diente y sustituirlo por un empaste. Sin embargo, en algunos casos, el tratamiento puede fracasar. El riesgo de fracaso está directamente relacionado con el estado del diente antes de iniciar el tratamiento. Por ejemplo, si hay grietas o fracturas en la raíz del diente, el tratamiento puede no tener éxito. Además, las infecciones profundas del diente y una limpieza inadecuada de los conductos radiculares también pueden afectar al éxito. Si el diente ha sido tratado más de una vez en el pasado o el dentista no tiene experiencia, también son factores de riesgo. Las infecciones pueden propagarse más fácilmente en personas diabéticas o con un sistema inmunitario débil, lo que puede aumentar el fracaso del tratamiento.
Un tratamiento de conducto fallido puede tener graves efectos a largo plazo en su salud dental. En primer lugar, cuando el tratamiento fracasa, la infección puede extenderse a las raíces del diente y causar un absceso en los tejidos circundantes. Esto puede provocar dolor intenso y progresar hasta la pérdida del hueso maxilar y la necesidad de extraer el diente. Además, si la infección se extiende, también pueden producirse problemas de salud sistémicos. Las infecciones radiculares tras un tratamiento de conductos sin éxito, si no se tratan, pueden provocar la pérdida del diente y la necesidad de una prótesis. Además, la inflamación de la raíz del diente como consecuencia del fracaso del tratamiento puede causar mal aliento y dificultades para masticar.
Si el tratamiento de conductos no tiene éxito, normalmente puede repetirse. Puede ser necesario un segundo tratamiento si el tratamiento inicial no se limpió a fondo, si sigue habiendo infección en los conductos radiculares o si el material de obturación no se colocó correctamente. Este segundo tratamiento consiste en volver a limpiar los conductos radiculares, eliminar los tejidos infectados y obturarlos correctamente. Si el diente sigue teniendo problemas a pesar del tratamiento, puede entenderse que el tratamiento de conductos ha fracasado. En este caso, el dentista puede recurrir a otras opciones de tratamiento, como la revisión del conducto radicular o la extracción del diente. En cualquier caso, sigue habiendo posibilidades de que el tratamiento tenga éxito, pero a veces la solución permanente puede ser la pérdida del diente.
Lo que hay que hacer después de un tratamiento de conductos sin éxito depende de la situación, pero es muy importante no posponer el tratamiento. En primer lugar, es necesario consultar a un dentista. El dentista determinará si se debe continuar con el tratamiento o aplicar otro método. Si el tratamiento no tiene éxito, puede ser necesario volver a limpiar los conductos radiculares y eliminar los tejidos inflamados. Si se ha desarrollado una infección grave en la raíz del diente, pueden utilizarse antibióticos para tratar la inflamación. Después del tratamiento, la salud del diente puede estar completamente controlada y el diente puede protegerse. Para salvar el diente a largo plazo, pueden recomendarse métodos de tratamiento alternativos, como la aplicación de prótesis o la colocación de puentes para la integridad estructural del diente. Una intervención temprana puede evitar la pérdida de dientes y proteger la salud bucodental.
Tras un tratamiento de conducto sin éxito, puede aumentar el riesgo de infección en la zona tratada. Si la infección del conducto radicular no se limpia por completo o el proceso de cicatrización no avanza adecuadamente, las bacterias pueden propagarse de nuevo al diente y los tejidos circundantes. Esto puede provocar síntomas como hinchazón, dolor e inflamación.
Tras un tratamiento de conducto sin éxito, puede aumentar el riesgo de infección en la zona tratada. Si la infección del conducto radicular no se limpia por completo o el proceso de cicatrización no avanza adecuadamente, las bacterias pueden propagarse de nuevo al diente y los tejidos circundantes. Esto puede provocar síntomas como hinchazón, dolor e inflamación.
La sensibilidad dental después de un tratamiento de conductos puede ser normal durante un tiempo porque el tejido del diente está intentando curarse. Sin embargo, si la sensibilidad persiste durante mucho tiempo o empeora, puede ser señal de que el tratamiento ha fracasado. En este caso, es importante que vuelva a ponerse en contacto con su dentista.
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